domingo, 8 de abril de 2012

LOS PIJIGUAOS


Una palmera alta y espinosa, pero también lugar colmado de bauxita

            Recientemente hemos oído hablar con frecuencia de “Los Pijiguaos”. Pero, qué es o son “Los Pijiguaos”. Según lo oído y leído es un lugar de la selva occidental de Guayana donde expertos geólogos descubrieron ricas minas de bauxita, hoy en plena explotación.
            Sí, de bauxita, que es una roca blanda que contiene hasta un 60 por ciento de alúmina de la cual, mediante un proceso electrolítico se obtiene el aluminio. Por supuesto, todos conocemos el aluminio tan utilizado en la industria automovilística, aeronáutica y en las que fabrican utensilios de cocina,. Aquí mismo, en Ciudad Guayana, se produce en enormes plantas  llamadas industria pesada. Son pocas los países que tienen esta materia. Se cuentan entre ellos, Francia, Guayana Inglesa, Hungría, Costa de Oro, India, Indonesia, Guayana Holandesa, Rusia, Estado Unidos y ahora Venezuela.
            La palabra bauxita viene de “Baux” que es un lugar de las Bocas del Ródano en Francia donde abunda el material.
            Bueno, lo que queríamos decir es que “Los Pijiguaos” nos viene sonando casi grato al oído porque allí, técnicos de la CVG encontraron bauxita en cantidades aproximadas a los 500 millones de toneladas, y lo cual determina que Venezuela tenga hoy una industria de aluminio integral.
            Pero ¿por qué ese lugar se llama Los Pijiguaos? Bien, porque allí abunda una palmera alta, de tronco espinoso que así, Pijiguaos, la llaman los indios habitantes del lugar que dicho sea de paso es una extensa Serranía.  La palma de pijiguaos que mide hasta más de 25 metros de alto es apreciada y cuidada por los aborígenes porque les da unos frutos deliciosos que ellos cosechan anualmente sin tener que cortar la mata. Se preguntarán ustedes, cómo hacen para obtener los frutos si todo el tronco está lleno de espinas? Ellos se las arreglan inteligentemente. Han inventado un andamiaje de lianas y por ellas trepan con agilidad felina sin que los alcancen las púas. Los indios son conservacionistas por naturaleza. Se diferencian bastante de aquellos aventureros que, para lograr el balatá tumbaban el árbol hasta acabar con ellos en casi toda la selva. Saben los indios, por instinto, que si lo cortan llegará un día en que no podrán más disfrutar el pijiguao.
 

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