lunes, 16 de abril de 2012

EL INDIO CRISTOBAL UAYACUNDO

                   Acompañó a Walter Raligh hasta el cadalso y vio cortarle la cabeza
Uayacundo era su nombre primitivo y Cristóbal el de bautizo que le puso  Diego Palomeque de Acuña, Gobernador de la Provincia de Guayana, cuando lo asimiló como criado. Era un indio puro de piel broncínea y movimientos ágiles como todos los de su estirpe.
Un día vinieron quinientos soldados de Walter Raleigh en dos navíos y una carabela, para saquear y quemar a la hostigada y errátil ciudad de Santo Tomás de Guayana, que los españoles fundaran por segunda vez siete leguas más abajo de las bocas del Caroní.
El entonces Gobernador Palomeque tan sólo contaba con medio centenar de hombres para defender la errática ciudad, además de dos piezas de artillería y cuatro cañones pedreros.
Con tan menguados recursos el Gobernador resistió heroicamente, hasta que una bala lo desplomó para siempre en aquella orilla del río, pero he aquí que del otro bando también murieron varios oficiales, entre ellos, Wat,  el hijo de Walter Raleigh, quien contaba 25 años y  orgullo de su padre, quien  había quedado quebrantado en Trinidad.
Sir Walter se enteró de la noticia al mes siguiente y se violentó tanto haciendo cargos al Capitán Lorenzo Keymes, jefe de la expedición, que éste, deprimido y dolido, terminó suicidándose de un pistoletazo a bordo de uno de los barcos de la flota.
El historiador carupanero Bartolomé Tavera-Acosta, en su libro “Anales de Guayana”, dice que el botín de la toma y quema de Santo Tomás de Guayana no fue abundante, pero sí demoledor el daño infligido a la ciudad. El botín de una que otra barra de oro, pólvora, armas, campanas y tabaco, incluía a tres esclavos y dos indios, entre ellos, Cristóbal Uayacundo, quien acompañó después a Raleigh hasta el cadalso donde vio cortarle la cabeza en octubre de 1618.



 

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