domingo, 25 de marzo de 2012

EL MUSEO VIAL

El Museo Vial, entre El Tigre y Soledad, se lo debemos al artista plástico Rafael Bogarín, pero ¿dónde está?  La delincuencia hizo de él su propio retrato

            Tenemos, muchachos, el único museo del mundo posible de penetrar y visitar a toda hora y estar en él sin límite de tiempo, y lo que es más sorprendente, recorrerlo a pie, en bicicleta, moto, a caballo, en automóvil, camión, gándola, autobús. Mirarlo si se quiere desde lo alto de un helicóptero y aún en la forma que se quiera, con lentes oscuros si el Sol estalla en nuestra frente o saboreando un delicioso helado con su leche condensada por dentro y su capita de chocolate por fuera.
            Figúrense ustedes un Museo así ¿Lo han visto? Si lo tenemos aquí mismo, muy cerca, entre Ciudad Bolívar y El Tigre. Lo imaginó Rafael Bogarín cuando siendo niño, su padre que es minero del Caroní, lo premiaba llevándolo de paseo desde su pueblo anzoatiguense hasta la empinada ciudad del Orinoco que Bogarín niño pintaba en su cuaderno escolar sobre un cerro que casi rozaba con el cielo.
            Era la década del 50 y a Ciudad Bolívar no se llegaba como ahora por el Puente Angostura sino por chalanas y lanchitas que se cruzaban con barcos vendiendo frutos en el puerto.
            Decíamos que Bogarín concibió, fantaseó o imaginó ese Museo, porque él, no obstante su mentalidad infantil, pensaba que la carretera era una recta demasiado larga, interminable, parecía que nunca llegaba al otro extremo y que a los costados de la misma no había sino un paisaje de sabanas monótono evaporándose bajo el Sol implacable del mediodía. De manera, que cuando se hizo hombre grabador y artista, decidió hacer realidad ese museo, un Museo Vial, para que todo el que por allí pasara se entretuviera con vallas y expresiones plásticas agradables a la imaginación y a la vista.
            Convocó a los artistas amigos en Venezuela y otros países y a todos les parecía fantástica la idea y un buen día del 82 se reunieron en El Tigre y cada uno pintó una valla y la colocó a ambas a orillas de la vía y se hizo  obra colectiva de todos un museo ambiental donde es posible encontrar tendencias varias dentro de estilos y técnicas modernas.
            Pero un museo así tan original corre  riesgos que constatamos cuando pasamos por allí y vemos cuadros rayados, desaparecidos, maltratados por la delincuencia y también por la misma intemperie. De aquí el nombre de “Museo Vial Renovable Rafael Bogarín” pues se puede renovar para que exista siempre, para que se eternice en el tiempo, renovarlo hasta que los seres humanos posean conciencia plena de que hay cosas que sólo deben percibirse y tocarse con los ojos.

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