El color es el resultado de la descomposición de la luz
Está científicamente demostrado que el color es el resultado de la descomposición de la luz. El primero en comprobarlo y darlo a conocer para asombro de los estudiosos y la humanidad fue Isaac Newton, un físico inglés que vivió cuando la América estaba en proceso de colonización.
Newton, a la edad de 62 años, en un cuarto oscuro, hizo pasar un rayo de luz a través de una prisma de cristal hasta formar un abanico de colores sobre una pantalla blanca: rojo, anaranjado, amarillo, verde, azul, violeta, todos típicos del arco iris o espectro solar aceptados como colores fundamentales. A partir de ellos se pueden obtener los demás colores conocidos, aunque también han sido aceptados como básicos, además del azul y el verde esmeralda propiamente, el azul turquí y el verde vegetal.
El blanco y el negro no aparecen porque no representan a ningún color sino que se representan a sí mismos. Ellos constituyen el límite en la variación de todos los colores. Podríamos decir, el principio y fin de todo color. A un color cualquiera que se le agregue negro en adiciones sucesivas terminará siendo negro (hacia la sombra) y si la misma operación se hace con el blanco, terminará siendo blanco (hacia la luz).
De todas maneras, el color tiene cualidades que lo caracterizan. Tal es el tono determinado por la propia particularidad del color; el valor, por el grado de luminosidad en relación al blanco y negro, y la intensidad determinada por su grado de pureza, es decir, por la mezcla de gris u otro color a que pueda ser sometido.
Una cuarta cualidad sería esa fuerza emotiva que ha llevado a estudiosos del tema a divulgar que existe una relación del color con los diversos estados de ánimo. Así por ejemplo, el rojo sugeriría movimiento, entusiasmo, pasión, violencia, fuego; el amarillo, la luz, la ira, la envidia, la maldad; el verde, la juventud, la abundancia, la frescura, la esperanza; el azul, expresa poesía, lo infinito, el frío, la melancolía; el violeta, la tristeza, el dolor, lo taciturno y lo misterioso, mientras que el blanco simbolizaría la pureza o “la síntesis de la luz”, como dijera el pintor del abstraccionismo ruso, Vasil Kandinsky.
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